Cualquiera que conozca un poco de Samaná, esta península de la República Dominicana, sabe que si podemos empacharnos de algo es de una naturaleza impresionante, que nos sumerge en todas las formas y maneras en que se puede conocer el Caribe.
Viajar a Samaná es conocer de una sola tacada las hermosas playas caribeñas, los duros manglares, la selva en todo su esplendor, caños de agua, manantiales, ríos y cascadas de una belleza atronadora.
Es el caso del Salto del Limón, una caída de agua de más de 40 metros de altura que, por sí misma, constituye todo un espectáculo natural. No obstante, el camino hacia el cerro en el que se encuentra la cascada también resulta fascinante.
Durante el viaje hacia el Salto del Limón, podremos disfrutar de las coloristas casitas típicas de las pequeñas y sencillas aldeas dominicanas; de las agrupaciones de cocoteros; de los arroyos y cursos de aguas transparentes y limpias que amenizan el paisaje…
Estamos en medio de un bosque típico subtropical en la que los nativos de Samaná se afanan por llevar a cabo una industria turística responsable.
Existen diversas formas de acceder al Salto del Limón y disfrutar de un baño agradable. Una de las más habituales es siguiendo una ruta senderista guiada, aunque se ha de tener en cuenta que el camino implica una cierta preparación física.
Durante las fechas en que se inician las épocas de lluvia, lo mejor es servirse de las excursiones guiadas a caballo. Equinos mansos, acostumbrados al camino y que pueden montar hasta quienes no tienen la más mínima experiencia.
Imagen en CC: Flickr/stinneli
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